viernes, 4 de abril de 2014

I Semana Cultura de la Juventud

Desconozco si hubo una segunda Semana Cultural de la Juventud en Valencia de Alcántara; el Teatro Luis Rivera desapareció meses después y, de haberla habido, ya no hubiese estado tan comprendido como lo estuve entonces.


Recuerdo la ilusión de los jóvenes (yo también lo era) y de los padres y de los profesores, implicados todos en las tareas organizativas que abarcarían: arte, cultura, exposiciones, deportes, charlas, coloquios, conciertos, bailes, cine y teatro.

Fue un evento cultural sin precedentes repartido entre todos los Centros de enseñanza; aunque la parte más intensa se celebró en el mejor y mayor foco cultural de la Villa: el Teatro Luis Rivera.

El concierto de Víctor, de San Vicente de Alcántara; la conferencia sobre la drogodependencia que realizó en el coliseo la Asociación El Patriarca ante un numeroso colectivo de padres e hijos; teatro, por el Grupo Almocóvar de Alcántara. Muchos de los participantes eran invitados y procedían de pueblos cercanos y, evidentemente, actuar en un sitio así, en un teatro centenario cargado de historia, imponía respeto acrecentando con ello la inevitable emoción por toda aquello que iban a realizar. Y, el cine, con la película de Michael Cimino «La Puerta del Cielo» (Heaven's Gate). Se hicieron dos sesiones para atender la demanda, a las 3,15 de la tarde y a las 9 de la noche. Todos los actos estuvieron perfectamente organizados; de hecho, poner la primera sesión de cine a una hora tan inaudita fue para no solapar los actos.



Vivíamos momentos históricos y chapoteamos con interés la información de esos acontecimientos tan extraordinarios que nos asistían. En junio, España ingresó en la tan deseada Comunidad Económica Europea. También la OTAN, un tema de trascendental interés y que formaríamos parte en unos meses (marzo,1986). Todo esto tratado afablemente en debate académico político para padres y alumnos y con la seriedad requerida.

No faltó nuestro folklore, con el mejor exponente: Juéllega Extremeña, y la entonces popular Tuna del Colegio Nuestra Señora de Los Remedios. Pintura y Artesanía brillaron en la gran exposición que organizaron a la par el Grupo Penero y el Grupo de Artesanía, exponiendo obras todas de artistas de la Villa.

Fue una semana digna de recordar. Un ejemplo de participación generosa. Una labor encomiable realizada por un colectivo desinteresado que aunó esfuerzo e ilusión y de la que tuve el honor de ser invitado y, por tanto, poder colaborar.




La película elegida, interesante por narrar un hecho real de la historia de Norteamerica sobre la integración de los emigrantes y, además, el referente de calidad que suponía la última obra del laureado director Michael Cimino, ha pasado a la historia por hundir a la potente productora United Artists. Tuvo un coste de 35 millones de dólares y sólo recaudó 3,4.


Michael Cimino, después de éxito de «El Cazador»,1978 (9 nominaciones y 5 Oscars: película, director, actor de reparto, sonido, montaje), tuvo carta blanca para filmar un guión suyo que tenía en proyecto basado en un episodio de la leyenda negra norteamericana, ambientado en el condado de Johnson, cuando el gobierno contrata a petición de unos ricos terratenientes, unos sicarios para exterminar a los molestos inmigrantes instalados en aquellas tierras.


Con «El Cazador», una historia épica sobre Vietnam, expuso los horrores de la guerra y el valor de la amistad y, por ello, encontró el aplauso unánime del respetable pues la película denunciaba una contienda vergonzosa sobrellevada por una generación de americanos que sufrieron en sus carnes los despropósitos de sus gobernantes. Visto lo visto, Cimino entendió que eso del cine denuncia era lo suyo y, con el consentimiento de la United Artists, arremetió otra vez contra la actitud de los americanos filmando otro vergonzoso asunto ocurrido esta vez en 1891.


El rodaje de la película fue largo (más de dos años) y problemático al sobrepasar sobradamente el presupuesto asignado. Antes y después del estreno, la obra de Cimino, se vio sometida a infinidad de remontajes, cortes y amputaciones por parte de la productora que ya temían lo peor. Y así fue, la crítica despachó el filme de un brochazo, la crucificó desde el principio. Fue un fracaso total de taquilla; nadie quería ver en la gran pantalla las miserias de sus antepasados. El público norteamericano, después de la retahíla de películas críticas sobre Vietnam, no querían seguir oyendo lo malo que había sido su país; no es lo mismo denunciar Vietnam con nombres y apellidos, que intentar erosionar los fundamentos culturales del sueño americano.


«La Puerta del Cielo», con 5 nominaciones a los Premios Razzie, le endosaron el de peor director y lo peor de todo fue el desastre económico que llevó a la quiebra a la compañía creada en 1919 por Charles Chaplin, la United Artist, convirtiéndola en uno de los filmes malditos en la historia del cine como industria. Cimino, por su parte, quedó condenado al ostracismo durante casi dos décadas.

Material promocional

Por suerte, el tiempo pone las cosas en su sitio y, mediada la debida distancia, ya no es necesario ensañarse con una película si no existe presión mediática y, aún mayor, si tenemos en cuenta el escaso interés de cuanto vino a continuación. La mirada de Michael Cimino, fiel a la historia, no rebajó en absoluto su desolador retrato; en cambio, sí realizó una gran película; una obra llena de fuerza visual con unas localizaciones maravillosas que fueron genialmente retratadas por Vilmos Zsigmond, que nos traslada de forma inmejorable a una época pocas veces tan bien matizada con esos colores fríos y tristes. Extraordinarios de verdad los vestuarios, esos “sobretodo” (gabardinas) al más puro estilo Leone. Para muchos, La Puerta del Cielo, es hoy día un referente indiscutible del género Western, guste o no a los americanos.


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